Doctorado chileno en bibliotecología: Necesidad nacional
Ariel Rementería Piñones
RESUMEN
Palabras clave: Chile; Bibliotecarios; Evaluación; Doctorado.
El objetivo del presente escrito es realizar una reflexión seria, real y concreta que pueda utilizar estos recursos en el área de ciencias de la información, especialmente en la bibliotecología chilena. El objetivo principal es:
"Establecer un programa de doctorado en bibliotecología en Chile".
Los estudios de posgrado expresan la esencia de la institución universitaria por la importancia que se le otorga al desarrollo de habilidades y competencias investigativas, con las cuales es posible acercarse a los problemas y fenómenos con una mirada crítica y reflexiva, orientada a la búsqueda de aplicaciones que redunden en soluciones a los problemas concretos identificados desde los procesos de indagación, verificación y refutación.
Los doctores incorporan neuronas, savia nueva al desarrollo nacional. Chile gradúa mucho menos doctores por millón de habitantes que Brasil, México, Argentina, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Suecia, Finlandia e incluso que Uruguay.
Si aceptamos este supuesto y enfrentamos los hechos que representan los datos entonces debemos analizar la situación bibliotecaria chilena al respecto. Una manera sencilla es contestar la siguiente interrogante: A ¿cuál es la situación en bibliotecología en relación con los doctores? Este artículo intenta reflexionar y poner en perspectiva dicha pregunta.
La situación de los profesionales bibliotecarios es bastante crítica al respecto según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), pues en 1997 había 870 bibliotecarios con título profesional. Para el año 2000, eran 107 los bibliotecarios con posgrados y 1088 sin posgrados, sin embargo se desconoce la definición del INE para el término "posgrado". Ya hemos visto que a partir del año 2000, y las versiones para 2001 y 2002, se establece en la UTEM el programa de Magíster en Gestión de Información, por tanto los datos del INE son confusos y, en rigor, son irreales, pero son los datos informados por los bibliotecarios.
En cuanto a los doctores sabemos que hay 5 bibliotecarios con el grado de doctor en Chile, pero nada sabemos de sus especialidades, aunque sí que están realizando docencia en las tres universidades donde imparten la carrera de bibliotecología. Dicha cantidad de doctores habla por sí misma, es totalmente insuficiente.
El objetivo en el largo y mediano plazo, digamos 2010, debería cuando menos tener un profesional bibliotecario con el grado de doctor en cada una de las universidades del Consejo de Rectores, así como en la Biblioteca del Congreso Nacional y en las diferentes unidades del Ministerio de Educación que tienen que ver con bibliotecas; es decir, CONICYT, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) y la Coordinación de CRA/Bibliotecas Escolares.
CREACIÓN DEL PROGRAMA DE DOCTORADO EN BIBLIOTECOLOGÍA
Pareciera que a estas alturas del escrito no cabe duda sobre la importancia de la formación de doctores en el país, pero en la bibliotecología chilena tal importancia no se refleja en los hechos. Si bien es cierto que se ha podido limitar e identificar la situación, también lo es que en la actualidad las alternativas presentadas de los posgrados a nivel de maestrías se hacen mirando más hacia el pasado que hacia el futuro. La gestión de la información es una visión actualizada del fenómeno informativo pero en cinco años más será una cuestión del pasado. Nosotros consideramos que los actuales programas de magísteres tienen una fuerte carga de actualización o postítulos de especialización, lo que no significa que sean innecesarios, sino una alternativa válida para los profesionales bibliotecarios; sin embargo, lo que hace falta es ir hacia un programa de posgrado que enfatice la investigación científica de la información en Chile. Si vamos a pensar en el doctorado en Chile debemos hacerlo mirando hacia el futuro; es decir, lo que deseamos o lo que requiere la sociedad chilena para los próximos años con relación a las bibliotecas o unidades de información.
El futuro es pensar lo que se quiere y lo que no se tiene, y para que nuestros sueños no se queden sólo en eso, se formulan a continuación los fundamentos de un posible programa de doctorado.
La bibliotecología chilena requiere de recursos humanos altamente cualificados, en especial doctores, por los siguientes motivos:
1. Debe desarrollar su propio quehacer científico o disciplinario, pues toda ciencia que desee avanzar debe tener investigación y crear nuevos conocimientos para su haber. Hacer ciencia no es un lujo, es una necesidad. No son suficientes los profesionales capaces de ejecutar proyectos y aplicar tecnología, se requiere además de aquellos capaces de generar nuevas proyecciones, visiones amplias e integradoras, promotores del mejoramiento continuo de la forma de hacer y gestionar la ciencia, y de desarrollar la tecnología y difundir estos conocimientos a diversos sectores de la sociedad.
2. Requiere desarrollar nuevas formas de conocimientos y nuevos modos de explicar o apoyar estos, por ser una ciencia o disciplina que apoya a otras ciencias. Si la bibliotecología tiene como fundamento satisfacer necesidades de información del ser humano, entonces es de suma importancia que tenga profesionales altamente capacitados que realicen investigación sobre tales fundamentos.
3. La bibliotecología no debe quedarse atrás, ya comenzaron los planes para desarrollar integralmente la ciencia y la tecnología en Chile. Pero no tenemos suficientes doctores y por tanto debemos colocarnos al día, lo antes posible. Segundo, si bien es cierto que el magíster puede ser la escala normal para la realidad académica de nuestros profesionales, también lo es que de seguir por este camino sólo tendremos los doctores, necesarios para el año 2010.
RESUMEN
Se hace una reflexión sobre la implementación en Chile de un programa de doctorado en bibliotecología, se analiza la ley LOCE y su relación con los posgrados, y con el proceso de acreditación, se hace un breve análisis de los programas de magísteres ofrecidos en Chile en bibliotecología y su relación con la situación bibliotecaria del país. Se exponen los motivos que justificarían el desarrollo de un programa de doctorado de bibliotecología en Chile con base en los precarios resultados de los indicadores relacionados con la cantidad de recursos humanos altamente calificados en el área. Se concluye que existe la necesidad de aumentar la masa crítica de investigadores en la bibliotecología chilena a través de un programa doctoral.
El objetivo del presente escrito es realizar una reflexión seria, real y concreta que pueda utilizar estos recursos en el área de ciencias de la información, especialmente en la bibliotecología chilena. El objetivo principal es:
"Establecer un programa de doctorado en bibliotecología en Chile".
Los estudios de posgrado expresan la esencia de la institución universitaria por la importancia que se le otorga al desarrollo de habilidades y competencias investigativas, con las cuales es posible acercarse a los problemas y fenómenos con una mirada crítica y reflexiva, orientada a la búsqueda de aplicaciones que redunden en soluciones a los problemas concretos identificados desde los procesos de indagación, verificación y refutación.
Los doctores incorporan neuronas, savia nueva al desarrollo nacional. Chile gradúa mucho menos doctores por millón de habitantes que Brasil, México, Argentina, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Suecia, Finlandia e incluso que Uruguay.
Si aceptamos este supuesto y enfrentamos los hechos que representan los datos entonces debemos analizar la situación bibliotecaria chilena al respecto. Una manera sencilla es contestar la siguiente interrogante: A ¿cuál es la situación en bibliotecología en relación con los doctores? Este artículo intenta reflexionar y poner en perspectiva dicha pregunta.
La situación de los profesionales bibliotecarios es bastante crítica al respecto según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), pues en 1997 había 870 bibliotecarios con título profesional. Para el año 2000, eran 107 los bibliotecarios con posgrados y 1088 sin posgrados, sin embargo se desconoce la definición del INE para el término "posgrado". Ya hemos visto que a partir del año 2000, y las versiones para 2001 y 2002, se establece en la UTEM el programa de Magíster en Gestión de Información, por tanto los datos del INE son confusos y, en rigor, son irreales, pero son los datos informados por los bibliotecarios.
En cuanto a los doctores sabemos que hay 5 bibliotecarios con el grado de doctor en Chile, pero nada sabemos de sus especialidades, aunque sí que están realizando docencia en las tres universidades donde imparten la carrera de bibliotecología. Dicha cantidad de doctores habla por sí misma, es totalmente insuficiente.
El objetivo en el largo y mediano plazo, digamos 2010, debería cuando menos tener un profesional bibliotecario con el grado de doctor en cada una de las universidades del Consejo de Rectores, así como en la Biblioteca del Congreso Nacional y en las diferentes unidades del Ministerio de Educación que tienen que ver con bibliotecas; es decir, CONICYT, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) y la Coordinación de CRA/Bibliotecas Escolares.
CREACIÓN DEL PROGRAMA DE DOCTORADO EN BIBLIOTECOLOGÍA
Pareciera que a estas alturas del escrito no cabe duda sobre la importancia de la formación de doctores en el país, pero en la bibliotecología chilena tal importancia no se refleja en los hechos. Si bien es cierto que se ha podido limitar e identificar la situación, también lo es que en la actualidad las alternativas presentadas de los posgrados a nivel de maestrías se hacen mirando más hacia el pasado que hacia el futuro. La gestión de la información es una visión actualizada del fenómeno informativo pero en cinco años más será una cuestión del pasado. Nosotros consideramos que los actuales programas de magísteres tienen una fuerte carga de actualización o postítulos de especialización, lo que no significa que sean innecesarios, sino una alternativa válida para los profesionales bibliotecarios; sin embargo, lo que hace falta es ir hacia un programa de posgrado que enfatice la investigación científica de la información en Chile. Si vamos a pensar en el doctorado en Chile debemos hacerlo mirando hacia el futuro; es decir, lo que deseamos o lo que requiere la sociedad chilena para los próximos años con relación a las bibliotecas o unidades de información.
El futuro es pensar lo que se quiere y lo que no se tiene, y para que nuestros sueños no se queden sólo en eso, se formulan a continuación los fundamentos de un posible programa de doctorado.
La bibliotecología chilena requiere de recursos humanos altamente cualificados, en especial doctores, por los siguientes motivos:
1. Debe desarrollar su propio quehacer científico o disciplinario, pues toda ciencia que desee avanzar debe tener investigación y crear nuevos conocimientos para su haber. Hacer ciencia no es un lujo, es una necesidad. No son suficientes los profesionales capaces de ejecutar proyectos y aplicar tecnología, se requiere además de aquellos capaces de generar nuevas proyecciones, visiones amplias e integradoras, promotores del mejoramiento continuo de la forma de hacer y gestionar la ciencia, y de desarrollar la tecnología y difundir estos conocimientos a diversos sectores de la sociedad.
2. Requiere desarrollar nuevas formas de conocimientos y nuevos modos de explicar o apoyar estos, por ser una ciencia o disciplina que apoya a otras ciencias. Si la bibliotecología tiene como fundamento satisfacer necesidades de información del ser humano, entonces es de suma importancia que tenga profesionales altamente capacitados que realicen investigación sobre tales fundamentos.
3. La bibliotecología no debe quedarse atrás, ya comenzaron los planes para desarrollar integralmente la ciencia y la tecnología en Chile. Pero no tenemos suficientes doctores y por tanto debemos colocarnos al día, lo antes posible. Segundo, si bien es cierto que el magíster puede ser la escala normal para la realidad académica de nuestros profesionales, también lo es que de seguir por este camino sólo tendremos los doctores, necesarios para el año 2010.
4. Debe crearse un centro de investigación bibliotecaria chilena que forme investigadores, especialmente doctores, para que estudien y propongan soluciones considerando las situaciones reales de la bibliotecología chilena.
No se puede dejar pasar esta oportunidad para desarrollar la ciencia en Chile, si nos consideramos parte de tal ciencia no sólo es un deber desarrollarnos, sino más bien es un derecho, un derecho de todos aquellos que pensamos y creemos que la bibliotecología chilena necesita salir de su modorra.
Las instituciones que deberían liderar la creación y apoyo del programa son CONICYT, por la relación directa que tiene en la promoción de las ciencias y tecnologías en Chile; la Comisión Asesora de Bibliotecas y Documentación del Consejo de Rectores (CABID), por el liderazgo que ha demostrado en los proyectos MECESUP, uno de los cuales puede ser el programa de doctorado. También están la DIBAM, como la organización gubernamental de reconocida trayectoria en el ámbito de las bibliotecas públicas, las escuelas de bibliotecología y la Biblioteca del Congreso Nacional.
La creación del programa doctoral en bibliotecología puede ser uno de los tantos temas que pueden ser tratados por estas instituciones, sin embargo para no caer en burocratizaciones o conflictos intestinales por liderar el programa se recomienda separar en dos fases las actividades. En primera instancia confeccionar y presentar el proyecto del programa doctoral, y luego ejecutare implementar el programa.
En América Latina los países que tienen programas de doctorados en bibliotecología son Brasil, con tres programas y México y Cuba con un programa.
En Chile no hay experiencia en relación con el doctorado en bibliotecología; vale decir que estamos frente a una nueva experiencia. En la UTEM, el Departamento de Gestión de Información, en sus lineamientos estratégicos 2001–2010, está considerando el doctorado en el largo plazo sin embargo no se conoce más información al respecto. Por tanto, para la implementación del doctorado deberá fundamentarse en experiencias exitosas de los países que tienen programas validados que sean factibles de ofrecerse en Chile.
Lo anterior nos lleva a pensar que la creación de un programa doctoral chileno en bibliotecología, en primera instancia, no es posible pues no se tienen los recursos humanos calificados para llevar a cabo un programa en el área bibliotecológica. Por tanto, el primer programa de doctorado deberá ser ofrecido por una universidad extranjera que esté formando recursos humanos al más alto nivel en bibliotecología. Los costos es un tema que debe ser analizado y la hipótesis que debe ser validada es si estudiar un doctorado en bibliotecología en Chile es más económico que ir hacerlo al extranjero, considerando las ventajas y las desventajas.
CENTRO DE INVESTIGACIÓN BIBLIOTECARIA
Los países que poseen centros de investigación bibliotecológica son Argentina, con el Centro de Información Bibliográfica CIB; Colombia con el Centro de Investigaciones en Ciencia de la Información, CICINF; México con su Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, CUIB, y Venezuela con el Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias de la Información CIDECI. En Chile y otros países como Brasil, Costa Rica, Cuba y Perú es en los establecimientos de educación superior en donde se desarrollan las actividades de investigación bibliotecológicas.
Parece que la creación de un centro de investigación bibliotecológica en Chile es una tarea pendiente que no tiene antecedentes; sin embargo la DIBAM tiene experiencia en la creación, desarrollo y mantenimiento del Centro de Investigación Diego Barros Arana y del Centro Nacional de Conservación y Restauración, ambas instituciones en pleno funcionamiento y que podrían ser el modelo para un futuro centro bibliotecológico.
EJEMPLOS DE PROBLEMAS RELACIONADOS CON LA BIBLIOTECOLOGÍA CHILENA
La siguiente numeración de situaciones, que consideramos como críticas es un intento de identificar las fracturas más visibles y nos puede dar un panorama general de la real situación de la profesión, en ningún caso la lista pretende ser exhaustiva, tómese sólo como muestra:
1. La escasa literatura publicada de investigación en temas de la mayor importancia para los bibliotecarios tales como diseño, promoción y propuestas de políticas bibliotecarias, el derecho humano a la información y su acceso real, el escaso liderazgo institucional que termina traduciéndose en críticas vacías y vanas, el desconocimiento de la situación y las actuales condiciones laborales de los bibliotecarios.
2. La nula o escasa relación de coordinación que poseen las instituciones como DIBAM, CABID, las bibliotecas de las universidades privadas, las bibliotecas especializadas, la Biblioteca del Congreso y las bibliotecas escolares, sólo por nombrar a las más emblemáticas.
3. Los chilenos que son altamente competentes en el manejo de información no llegan al 1,5%, de la población en comparación por ejemplo con Holanda, donde el porcentaje llega al 20%, Finlandia que alcanza un 25%, y Portugal un 3,2%. La bibliotecología chilena debe convertir esta situación en parte de su quehacer.
4. Entre los años de 1994 a 1998, un 48,1% de los habitantes entre los 16 y 65 años leyó cuando menos un libro al mes; mientras que para los mismos parámetros, el 40,4% vio televisión más de dos horas al día. Mas del 50% de la población chilena entre los 16 y los 65 años, tiene destrezas de lectura pobres o moderadas,42 resultados que deben perturbar, cuando menos, a los bibliotecarios que trabajan en los programas o proyectos de lectura.
5. El reducido número de titulados de la profesión bibliotecaria, no llega a 40 bibliotecarios al año, lo que indica que no hay una promoción pensada de la carrera en relación con las necesidades reales del país, lo que se traduce en una escasa presencia de profesionales bibliotecarios en las bibliotecas escolares y públicas del país.
6. No existe ningún observatorio de la profesión para seguir y monitorear el desarrollo real y concreto de los bibliotecarios, por lo que se pueden anticipar los datos fidedignos que ayuden a solucionar o plantearles alternativas a los diferentes escenarios de la profesión. Por ejemplo, la biblioteca vista como institución gestora de la cultura implicaría la aparición de los profesionales de la gestión de la cultura al ser esta una realidad. Otro aspecto no estudiado, es la fuerte tendencia de los profesionales jóvenes por desarrollar, casi exclusivamente, su perfeccionamiento en las tecnologías de computación.
No se puede dejar pasar esta oportunidad para desarrollar la ciencia en Chile, si nos consideramos parte de tal ciencia no sólo es un deber desarrollarnos, sino más bien es un derecho, un derecho de todos aquellos que pensamos y creemos que la bibliotecología chilena necesita salir de su modorra.
Las instituciones que deberían liderar la creación y apoyo del programa son CONICYT, por la relación directa que tiene en la promoción de las ciencias y tecnologías en Chile; la Comisión Asesora de Bibliotecas y Documentación del Consejo de Rectores (CABID), por el liderazgo que ha demostrado en los proyectos MECESUP, uno de los cuales puede ser el programa de doctorado. También están la DIBAM, como la organización gubernamental de reconocida trayectoria en el ámbito de las bibliotecas públicas, las escuelas de bibliotecología y la Biblioteca del Congreso Nacional.
La creación del programa doctoral en bibliotecología puede ser uno de los tantos temas que pueden ser tratados por estas instituciones, sin embargo para no caer en burocratizaciones o conflictos intestinales por liderar el programa se recomienda separar en dos fases las actividades. En primera instancia confeccionar y presentar el proyecto del programa doctoral, y luego ejecutare implementar el programa.
En América Latina los países que tienen programas de doctorados en bibliotecología son Brasil, con tres programas y México y Cuba con un programa.
En Chile no hay experiencia en relación con el doctorado en bibliotecología; vale decir que estamos frente a una nueva experiencia. En la UTEM, el Departamento de Gestión de Información, en sus lineamientos estratégicos 2001–2010, está considerando el doctorado en el largo plazo sin embargo no se conoce más información al respecto. Por tanto, para la implementación del doctorado deberá fundamentarse en experiencias exitosas de los países que tienen programas validados que sean factibles de ofrecerse en Chile.
Lo anterior nos lleva a pensar que la creación de un programa doctoral chileno en bibliotecología, en primera instancia, no es posible pues no se tienen los recursos humanos calificados para llevar a cabo un programa en el área bibliotecológica. Por tanto, el primer programa de doctorado deberá ser ofrecido por una universidad extranjera que esté formando recursos humanos al más alto nivel en bibliotecología. Los costos es un tema que debe ser analizado y la hipótesis que debe ser validada es si estudiar un doctorado en bibliotecología en Chile es más económico que ir hacerlo al extranjero, considerando las ventajas y las desventajas.
CENTRO DE INVESTIGACIÓN BIBLIOTECARIA
Los países que poseen centros de investigación bibliotecológica son Argentina, con el Centro de Información Bibliográfica CIB; Colombia con el Centro de Investigaciones en Ciencia de la Información, CICINF; México con su Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, CUIB, y Venezuela con el Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias de la Información CIDECI. En Chile y otros países como Brasil, Costa Rica, Cuba y Perú es en los establecimientos de educación superior en donde se desarrollan las actividades de investigación bibliotecológicas.
Parece que la creación de un centro de investigación bibliotecológica en Chile es una tarea pendiente que no tiene antecedentes; sin embargo la DIBAM tiene experiencia en la creación, desarrollo y mantenimiento del Centro de Investigación Diego Barros Arana y del Centro Nacional de Conservación y Restauración, ambas instituciones en pleno funcionamiento y que podrían ser el modelo para un futuro centro bibliotecológico.
EJEMPLOS DE PROBLEMAS RELACIONADOS CON LA BIBLIOTECOLOGÍA CHILENA
La siguiente numeración de situaciones, que consideramos como críticas es un intento de identificar las fracturas más visibles y nos puede dar un panorama general de la real situación de la profesión, en ningún caso la lista pretende ser exhaustiva, tómese sólo como muestra:
1. La escasa literatura publicada de investigación en temas de la mayor importancia para los bibliotecarios tales como diseño, promoción y propuestas de políticas bibliotecarias, el derecho humano a la información y su acceso real, el escaso liderazgo institucional que termina traduciéndose en críticas vacías y vanas, el desconocimiento de la situación y las actuales condiciones laborales de los bibliotecarios.
2. La nula o escasa relación de coordinación que poseen las instituciones como DIBAM, CABID, las bibliotecas de las universidades privadas, las bibliotecas especializadas, la Biblioteca del Congreso y las bibliotecas escolares, sólo por nombrar a las más emblemáticas.
3. Los chilenos que son altamente competentes en el manejo de información no llegan al 1,5%, de la población en comparación por ejemplo con Holanda, donde el porcentaje llega al 20%, Finlandia que alcanza un 25%, y Portugal un 3,2%. La bibliotecología chilena debe convertir esta situación en parte de su quehacer.
4. Entre los años de 1994 a 1998, un 48,1% de los habitantes entre los 16 y 65 años leyó cuando menos un libro al mes; mientras que para los mismos parámetros, el 40,4% vio televisión más de dos horas al día. Mas del 50% de la población chilena entre los 16 y los 65 años, tiene destrezas de lectura pobres o moderadas,42 resultados que deben perturbar, cuando menos, a los bibliotecarios que trabajan en los programas o proyectos de lectura.
5. El reducido número de titulados de la profesión bibliotecaria, no llega a 40 bibliotecarios al año, lo que indica que no hay una promoción pensada de la carrera en relación con las necesidades reales del país, lo que se traduce en una escasa presencia de profesionales bibliotecarios en las bibliotecas escolares y públicas del país.
6. No existe ningún observatorio de la profesión para seguir y monitorear el desarrollo real y concreto de los bibliotecarios, por lo que se pueden anticipar los datos fidedignos que ayuden a solucionar o plantearles alternativas a los diferentes escenarios de la profesión. Por ejemplo, la biblioteca vista como institución gestora de la cultura implicaría la aparición de los profesionales de la gestión de la cultura al ser esta una realidad. Otro aspecto no estudiado, es la fuerte tendencia de los profesionales jóvenes por desarrollar, casi exclusivamente, su perfeccionamiento en las tecnologías de computación.
7. La escasa cantidad de profesionales bibliotecarios chilenos con el grado de doctor y de magíster repercute negativamente en la investigación y creación de conocimiento en el área; el desarrollo de la profesión se encuentra en serio peligro.
CONCLUSIONES
1. La creación del programa de doctorado en bibliotecología o ciencias de la información deberá encaminarse hacia la resolución de problemas teórico–prácticos, que muchas veces requieren de aproximaciones interdisciplinarias, multidisciplinarias y transdisciplinarias. En tal contexto, la oferta del programa deberá ser flexible y apuntar a la diversidad, adaptarse a las variadas y cambiantes demandas del entorno laboral. A su vez el programa deberá estar abierto a profesionales de distintas disciplinas, tener currículos flexibles, autorizar que se tomen cursos en áreas diferentes a la propia, que incluso puedan conducir a especializaciones, y que tengan el énfasis en herramientas analíticas que permitan abordar problemas diversos.
2. Un programa chileno de doctorado en bibliotecología debe tener una visión de futuro, es decir, sus participantes deberán ser capaces de proponer, diseñar, promover y construir los escenarios más viables y posibles del futuro de las bibliotecas y los recursos que el Estado destina a tales organizaciones.
3. Son relevantes los cursos formativos sobre filosofía de las ciencias y deontología profesional, temas ineludibles en la formación de doctores debido al impacto que puede llegar a tener el trabajo de vanguardia que éstos realizan, el mayor o menor reconocimiento social de su aporte al desarrollo e, incluso, el grado de inserción laboral que estos recursos humanos pudieran alcanzar.
4. Los programas de doctorado no son un lujo, deben ser más bien considerados como una respuesta eficiente que provee las herramientas para comenzar a trabajar con inteligencia, y con una actitud emprendedora que es consecuencia de un entrenamiento sistemático y profundo para pensar lógicamente, y para razonar científicamente.
5. Existe un amplio consenso de la comunidad en que para fomentar el desarrollo de la ciencia en nuestro país se debe aumentar la masa crítica de investigadores y se hace imprescindible adoptar medidas conducentes a aumentar sustancialmente el número de becas de postgrado, sin embargo, en bibliotecología no se ha hecho explícito tal consenso.
6. Los programas de magisteres requieren un estudio acabado para conocer o redefinir los objetivos, mientras no se realice dicha investigación se debe mejorar la calidad de vida de los bibliotecarios que actualmente forman parte de estos programas, aumentando su financiamiento.
7. No hay una cantidad suficiente de bibliotecarios investigadores para desarrollar la bibliotecología chilena, ni tampoco la hay para desarrollar la ciencia y tecnología en Chile. Por lo anterior, la profesión del bibliotecario está muy vulnerable para que otro tipo de profesionales, nacionales o extranjeros, tienda a ocupar o satisfacer estos espacios y necesidades.
8. La promoción, organización e implantación del programa doctoral en bibliotecología en Chile debe contar con la participación de todos los actores que se desempeñan en las instituciones relacionadas con las bibliotecas y la información. Las instituciones aquí nombradas deben considerarse como las mínimas que deberían estar en el inicio del programa.
9. El programa de doctorado en bibliotecología instalado en Chile deberá iniciarse con el fuerte apoyo de una universidad extranjera que tenga tradición y prestigio en la formación de doctores en bibliotecología.
REFERENCIAS
1. Rementería Piñones, Ariel. Doctorado chileno en bibliotecología: Necesidad nacional. [En Línea]. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-358X2008000100002. Consultado: 19-10-2017.gumi
CONCLUSIONES
1. La creación del programa de doctorado en bibliotecología o ciencias de la información deberá encaminarse hacia la resolución de problemas teórico–prácticos, que muchas veces requieren de aproximaciones interdisciplinarias, multidisciplinarias y transdisciplinarias. En tal contexto, la oferta del programa deberá ser flexible y apuntar a la diversidad, adaptarse a las variadas y cambiantes demandas del entorno laboral. A su vez el programa deberá estar abierto a profesionales de distintas disciplinas, tener currículos flexibles, autorizar que se tomen cursos en áreas diferentes a la propia, que incluso puedan conducir a especializaciones, y que tengan el énfasis en herramientas analíticas que permitan abordar problemas diversos.
2. Un programa chileno de doctorado en bibliotecología debe tener una visión de futuro, es decir, sus participantes deberán ser capaces de proponer, diseñar, promover y construir los escenarios más viables y posibles del futuro de las bibliotecas y los recursos que el Estado destina a tales organizaciones.
3. Son relevantes los cursos formativos sobre filosofía de las ciencias y deontología profesional, temas ineludibles en la formación de doctores debido al impacto que puede llegar a tener el trabajo de vanguardia que éstos realizan, el mayor o menor reconocimiento social de su aporte al desarrollo e, incluso, el grado de inserción laboral que estos recursos humanos pudieran alcanzar.
4. Los programas de doctorado no son un lujo, deben ser más bien considerados como una respuesta eficiente que provee las herramientas para comenzar a trabajar con inteligencia, y con una actitud emprendedora que es consecuencia de un entrenamiento sistemático y profundo para pensar lógicamente, y para razonar científicamente.
5. Existe un amplio consenso de la comunidad en que para fomentar el desarrollo de la ciencia en nuestro país se debe aumentar la masa crítica de investigadores y se hace imprescindible adoptar medidas conducentes a aumentar sustancialmente el número de becas de postgrado, sin embargo, en bibliotecología no se ha hecho explícito tal consenso.
6. Los programas de magisteres requieren un estudio acabado para conocer o redefinir los objetivos, mientras no se realice dicha investigación se debe mejorar la calidad de vida de los bibliotecarios que actualmente forman parte de estos programas, aumentando su financiamiento.
7. No hay una cantidad suficiente de bibliotecarios investigadores para desarrollar la bibliotecología chilena, ni tampoco la hay para desarrollar la ciencia y tecnología en Chile. Por lo anterior, la profesión del bibliotecario está muy vulnerable para que otro tipo de profesionales, nacionales o extranjeros, tienda a ocupar o satisfacer estos espacios y necesidades.
8. La promoción, organización e implantación del programa doctoral en bibliotecología en Chile debe contar con la participación de todos los actores que se desempeñan en las instituciones relacionadas con las bibliotecas y la información. Las instituciones aquí nombradas deben considerarse como las mínimas que deberían estar en el inicio del programa.
9. El programa de doctorado en bibliotecología instalado en Chile deberá iniciarse con el fuerte apoyo de una universidad extranjera que tenga tradición y prestigio en la formación de doctores en bibliotecología.
REFERENCIAS
1. Rementería Piñones, Ariel. Doctorado chileno en bibliotecología: Necesidad nacional. [En Línea]. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-358X2008000100002. Consultado: 19-10-2017.gumi
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